sábado, 27 de octubre de 2007

Al paredón: Donde no lo conozcan


Ciertas casas editoriales están empeñadas en convencernos de que la literatura es el arte del aburrimiento. Del aburrimiento del lector, pero también del escritor. Esta novela, libro o lo que sea, parece el producto de una obligación. Penosa, como todos los deberes. Hasta el autor se vio en la necesidad de ponerle un ‘colofón’ para justificar el crimen: “Humildes o sabios, judíos, mudéjares, moros y moriscos de Sefarad y de al-Ándalus, que habitaron por suficientes siglos esta tierra entrañable hoy tan lejana, tuvieron que irse sin ruido, cambiados sus nombres y sus credos, y haciendo que sus hijos recordaran mal lo que antaño tanto los había enorgullecido; y de tal dolor y tal silencio escasamente quedan huellas difíciles de rastrear, como no sea con la ayuda de crónicas y códices empolvados y vetustos, y no pocas veces del agudo encanto de la fantasía y la imaginación. En consecuencia, valgan estas páginas”. Y valen: la platica que uno se gasta. El autor parece empeñado en que, así como a él lo obligaron a escribir esto, el lector tenga que esforzar su imaginación. La forma en que presenta los personajes se parece a una introducción de maestro de ceremonias, pero con menos gracia. La historia no les atrae ni a los personajes. La escritura es sosa, ridículamente solemne. Sinceramente, tiene más gracia una patada. En una entrevista en El Espectador, el escribidor de esto dijo que “los críticos son unos inquisidores”. ¿Y qué quiere, después de pagar 36 mil pesos? Ojalá hubiera inquisidores de verdad, para que de vez en cuando se echaran uno que otro escritor al buche. El libro lleva el premonitorio título Donde no te conozcan, el autor es Enrique Serrano y la Editorial es Seix Barral. Ponemos los datos para que la policía empiece a armar la ficha.

3 comentarios:

Camilo Jiménez dijo...

Hace ratísimo no cerraba una novela, un libro, en la página 4 (sí, en la 4, no 40 ni 400, en la página 4), sin ánimo de volverla a abrir, darle siquiera 20 o 50 folios para que me enganche definitivamente o para definitivamente defenestrarla.
Mi enfrentamiento con esta novela fue como las viejas y buenas peleas de Tyson: no acababa de apagarse el eco de la campana cuando yo ya me encontraba en la lona.

Paola Ortiz dijo...

Lo conseguire prestado sólo para ver de que carajo se están quejando

Anónimo dijo...

En desacuerdo con su "opinión literaria". Esta novela es extraordinaria, busca dar una mirada a una buena parte de nuestras raices hispanas, torcidas y mezcladas... Lo que pasa es que nos estamos acostumbrando a leer en los escritores colombianos de nuestros tiempos, sólo de narcos, prepagos, sicarios, secuestros, ciudades caóticas, policías y ladrones, como si no hubiera nada más, ni antes ni después. Esta novela es distinta entre el bombardeo de libros de ese corte de la "oda a lo contemporáneo", que no está mal, pero que ya casi no ofrece novedades. Mirar atrás, retomar el pasado, siempre resultará extraño pero expectante. Si este libro fue una obligación, sería bueno entonces que más escritores se sintieran obligados... y el "Ponemos los datos para que la policía empiece a armar la ficha" me parece una actitud tan inquisidora como la que describe en detalle la historia narrada por Serrano, con ocasión de la persecusión de católicos contra judios y musulmanes, quizá no alcanzó a leerlo nuestro Blogista, a notar cómo la intolerancia y la convicción de tener la razón y convertir a los demás ha llevado a los seres humanos a morir y a matarse por siglos...