Nació en los Estados Unidos en 1896, y es uno de los más grandes poetas del derrumbe humano. No es una casualidad que sus propias notas autobiográficas se titulen “The Crack-Up” (El hundimiento). Su legado está asociado a ciertas imágenes que resumen perfectamente la condición de la derrota: un hombre que mira desde afuera, a través del vidrio de una ventana, en medio de la lluvia, la fiesta que ocurre adentro, en el lujoso salón; el individuo que, después de llevar una vida disipada, intenta recuperarse sinceramente, pero su pasado pesa tanto que le impide seguir adelante (la frase final de su más brillante novela, “El Gran Gatsby”, dice: “Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”). En uno de sus cuentos, “La década perdida”, un arquitecto despierta después de una borrachera de diez años, y ve todas las cosas como si fueran completamente nuevas, como si hubiera estado viviendo en otro planeta.
Obsesionado por el fracaso, no fue sin embargo un derrotista, aunque algunas de sus más famosas frases sugieran esto último: “en la noche negra del alma siempre son las tres de la madrugada”, “enséñame un héroe y te escribiré una tragedia", “el dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos”, “toda vida es un proceso de demolición”. Todo lo cual resulta matizado por su profunda valoración del amor, la belleza y el heroísmo. Por eso, la frase que debería ponerse siempre que se quiera explicar su visión del mundo, es la siguiente cita de sus notas autobiográficas: “Uno debería ser capaz de ver que las cosas son irremediables y, sin embargo, estar decidido a hacer que sean de otro modo”.
La historia de su vida, que parece el argumento de una de sus propias novelas, ha convertido a Scott Fitzgerald en un mito, lo cual ha hecho también que casi nadie lo recuerde por su obra. Dos de los más grandes escritores norteamericanos, y de los más justicieros también, alcanzaron a reconocer en Fitzgerald a un genio: Raymond Chandler dijo que “El Gran Gatsby” es una obra de arte casi perfecta; y Faulkner, el inmodesto y nada generoso William Faulkner, dijo que Scott Fitzgerald era el mejor escritor de su generación (el segundo, desde luego, era el propio Faulkner). Ahora que vivimos en medio de una moda hedonista, para la que sólo la felicidad y el placer valen la pena, la lectura de Fitzgerald puede ayudar a recordarnos que toda felicidad tiene un costo, y que el más alto usualmente es el que se nos cobra por las más intensas. Como lo expresa perfectamente esa famosa línea de la música portuguesa, que hubiera podido ser escrita por Scott Fitzgerald: “la tristeza no tiene fin, la felicidad sí”. Murió el 21 de diciembre de 1940, en Hollywood, como si fuera un personaje de una de sus propias historias: olvidado y pobre, después de haber abrazado la fama y la riqueza; con su esposa internada en un manicomio, solo, a los pies de la más grande fábrica de felicidades falsas.
sábado, 16 de febrero de 2008
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16 comentarios:
Aplausos muchachos, de lo mejor que he leido en los blogs. Leí dos veces El Gran Gatzby pero no me he podido acomodar con los cuentos de Fitzgerald...una ayudita de ustedes no me vendría mal.
Lucaz
En cambio yo he comenzado la novela dos veces, en español y en inglés, y no he podido avanzar más de 30, 50 páginas. Sí leí casi todas las "Cartas de amor y guerra", la correspondencia entre Francis y Zelda, y son todo un documento sobre la manera en que se leen manuscritos, en que se construye un amor más allá del matrimonio.
Tocará darle otra oportunidad a la novela: el comentario provoca.
La estrofa que insertan los vándalos de Manizales en el primer párrafo creo que es la última de la novela y mereció el aplauso de Borges, me gustó tanto cuando la leí que la apunté en inglés, mirá que belleza anglófona Camilo:
"So we beat on, boats against the current, borne back cease lessly in to the past".
Lucaz
Murakami moja cuco con Fitzgerald: en Tokio Blues la menciona como cuarenta veces. No es culpa de Scott, eso sí.
Lucaz: muchos de los cuentos son bastante regulares, puesto que los escribió cuando había derrochado su fortuna y necesitaba plata para pagar el manicomio de Zelda. Pero algunos son magistrales. "Babilonia", por ejemplo. Te vamos a hacer una listica. Hernando Valencia Goelkel tiene un libro, "Lección del olvidado", con un estupendo ensayo sobre Fitzgerald, e intenta una lista de los mejores cuentos. Camilo: después de la página 50 aparece Gatsby, creo. Todo después es maravillosamente romántico y contenido. No te la perdás.
Me encontré con Gatsby hace tantos años que a duras penas me quedan por ahí recuerdos difusos de escenas en una marina, aire de tragedia, un arribismo tan exacerbado que llegaba a enternecer, un accidente y una fiesta tan berraca que habría querido ser invitado. ¿De verdad existió esa fiesta o me la inventé? Es que ya no las hacen como antes, ala.
Claro que existió la fiesta Andrès, y la larga resaca de todos los comensales....tengo ganas de volver a leerla...
Lucaz
Yo le voy a entrar, y esta vez voy a pasar de la página 50. Creo.
Pablo, Carlos: ¿tan duro les está dando el trago y el cigarrillo que ni aparecen?
Humm, nada por aquí, nada por acá.
Menos trago y más acción
Silencio en la decanatura bloggera... Lucaz
Desde un tétrico hospital
donde se hallaba internado,
casi agónico y rodeado
de un silencio sepulcral,
con su ternura habitual,
la que siempre demostró,
quizá con esfuerzo o no
desde su lecho sombrío,
un tísico amigo mío
esta carta me escribió.
"Querido amigo quisiera,
que al recibir la presente,
te halles bien, y que la suerte
te acompañe por doquiera.
Por mi parte, mal pudiera
decirte que estoy mejor,
si al contrario, en mi dolor,
postrado en mi lecho abjecto
ya soy un pobre esqueleto
que a mi mismo me da horror.
"La carta es para decirte
que si podés algún día,
vení a hacerme compañía
vos que tanto me quisiste;
estoy tan solo y tan triste
que lloro sin contenerme,
ya nadie suele quererme,
todos se muestran impíos,
de tantos amigos míos
ninguno ha venido a verme.
Óscar Agudelo
Pag 165 y 166:
"Debió contemplar un cielo desconocido entre amedrantadoras horas, y debió estremecerse al darse cuenta de lo grotesca que es una rosa, y de cuán cruda era la luz del sol sobre la hierba recién nacida. Un nuevo Universo material, sin llegar a ser real, donde los pobres fantasmas respiraban sueños, flotaba fortuitamente en torno suyo, como aquella cenicienta y fantástica figura que, entre los amorfos árboles, se deslizaba a su encuentro."
"Había un débil, escasamente perceptible, movimiento de agua, y la corriente de un lado se abría camino hacia el desagüe del otro extremo, con pequeños rizos que apenas eran sombra de olas."
Gracias por hacerme recordar.
Me ha encantado tu entrada, porque entiendes al autor. Has citado frases que me marcaron cuando las leí. Sólo falta citar esa luz verde que ve Gatsby, y que es la metáfora de lo que buscó Fitzgerald toda su vida y que le mantuvo en vida, pero que acabó por "hundirle"...
Fantástica entrada. Felicidades...!!
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