martes, 27 de noviembre de 2007

La culpa es del cerebro: Oliver Sacks

Una mirada atenta a los relatos (o reportes clínicos, o lo que sea que fueren) del neurólogo Oliver Sacks podría mostrarles a los filósofos que, después de todo, las extravagantes posibilidades que ellos imaginan, ocurren a veces (y con una frecuencia que resulta aterradora). Sacks describe, opina, filosofa, y todo en una prosa limpia. Comentando el caso de un marinero que quedó anclado en el pasado, en la época de sus 19 años (incapaz de recordar nada después de eso), Sacks dice que las únicas ocasiones en las cuales el paciente parecía recobrar su alma era cuando oraba u oía música. Luego presenta una de sus reflexiones típicas:

«La primera vez que le vi me pregunté si no estaría condenado a una especie de agitación carente de sentido sobre la superficie de la vida, y si habría alguna forma de trascender la incoherencia de su enfermedad. La ciencia empírica me decía que no, pero la ciencia empírica no tiene en cuenta al alma. Quizás en la demencia o en otras catástrofes similares persiste la posibilidad sin merma de reintegración por el arte, por la comunión, por la posibilidad de estimular el espíritu humano».


Uno de los mejores capítulos es el que cuenta la historia de un pabellón de afásicos, quienes, debido a sus problemas para la comunicación normal, desarrollan una percepción de los tonos de la voz y los gestos de la gente que los hace casi inmunes al engaño. El capítulo comienza con lo siguiente: “¿Qué pasaba? Carcajadas estruendosas en el pabellón de afasia, precisamente cuando transmitían [en la T.V.] el discurso del presidente”.


Oliver Sacks, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Anagrama, 1997.

6 comentarios:

Lucaz dijo...

No creo que la confunda, pero cuando vaya a Medellín le voy a comprar el sombrero más bello que encuentre...para que siga cabalgando sobre mi dolor...amazona maldita...

Camilo Jiménez dijo...

"Las fábulas clásicas tienen figuras arquetípicas: héroes, víctimas, mártires, guerreros. Los pacientes nerviosos son todas estas cosas... y en los extraños relatos que se cuentan aquí son también algo más. ¿En qué categoría emplazaríamos, en esos términos míticos o metafóricos, al 'marinero perdido', o a los otros extraños personajes de este libro? Podemos decir que son viajeros que viajan por tierras inconcebibles... tierras de las que si no fuese por ellos no tendríamos idea ni concepción alguna", escribe Sacks en la introducción.

¿Hace falta una provocación mayor, una más cálida invitación para leer este libro, para leer cualquier obra de Sacks? Para mí, no, y me lo leí con gula.

Lucaz dijo...

Camilo, te dejo mis datos y me lo prestás??

Camilo Jiménez dijo...

Por supuesto. Es más, hace rato no nos vemos, lo llamo para cuadrar algo. Uno de los administradores de este blog pasa mañana por Bogotá, podríamos organizar un encuentrico bloggero en mi casa. Y seguro no va a resultar una ñoñez como los otros encuentros de bloggers. Y si así pasa, pues lo echo.

Lucaz dijo...

OK, será un honor conocer a tan probos, ilustres, letrados e irredentos caballeros...incluso podriamos hacer una quema simbólica de la Flaca et Malvada...cosa de ahuyentar los malos espíritus. Salut.

Anónimo dijo...

Anda, yo buscaba información sobre el libro y me encuentro en esta estupenda página...

La verdad es que me lo tengo que leer para clase y tengo que hacer un breve resumen de cada caso (entre otras cosas, como identificar el síndrme que padece cada personaje que sale en el libro y sus síntomas...etc)... y bueno... aix, me estoy volviendo medio loca con este libro (aunque no puedo quejarme porque me gusta bastante) pero...

Un beso y felices fiestas!